Estimad@s Clientes y/o amantes del LEAN:
Cada 1 y 6 de Enero se celebra en un hermoso pueblo de Zamora
la fiesta del Zangarrón
Montamarta, al que yo considero mi pueblo, se encuentra a
unos 16 km de Zamora, camino de Benavente, en plena vía de la Plata
Allí vivían mis abuelos; mis padres, mi hermano y yo íbamos
todas las Navidades y veranos a pasar unos días con ellos
Lo primero que tengo que decir es que me llamo Alvaro porque
mi abuelo se llamaba Alvaro…. si se hubiera llamado Eustaquio, …..pues me
llamaría Eustaquio
En Navidades, mis abuelos hacían la matanza para toda la
familia: a mis padres les gustaba el chorizo poco picante y a mis tíos muy
picante .….. o sea que aquello se hacía a gusto del consumidor, mi madre y mi
tía…..yo siempre pedía llevarme un poco del que le hacían a mis tíos
Los días 1 y 6 de Enero se hacía ( y se sigue haciendo hoy
en día ) la fiesta del Zangarrón
Entre los quintos, sorteaban a quién le tocaba
El Zangarrón se ayuda de los quintos para coger a los
solteros, y darle tres buenos golpes en la espalda, ofreciéndole a la víctima
un poco de chorizo
Vestir al Zangarrón dura unas cuantas horas, porque las
ropas van cosidas a mano
Montamarta está bañada por aguas del Esla; el pueblo está
separado de la iglesia de “arriba”, de la Virgen del Castillo, por el embalse
La ceremonia cumbre, la misa de 12, se realiza en esa
iglesia
Cuando llegan las autoridades, el Zangarrón se arrodilla con
el tridente/asador hacia abajo, y la máscara levantada, en señal de respeto
Espera en el atrio, hasta el momento de la bendición; en ese
momento, entra en la iglesia, y pincha dos hogazas de pan que le han entregado
los quintos; a la salida, reparte el pan entre los asistentes
Los cencerros que lleva sirven para ahuyentar los malos
espíritus
La celebración de esta fiesta para mí tan entrañable está
relacionada con el solsticio de invierno y con la venida del nuevo año……. su
origen se remonta a tiempos inmemoriales, mezclando tradiciones paganas y
cristianas
Toda esta ceremonia ancestral gira alrededor del número
tres:
-El tridente, evidentemente con tres puntas
-Los tres cencerros que ahuyentan los malos espíritus
-Las tres venias y los tres saltos a la entrada y la salida
de la iglesia
Los tres golpes que le da con el tridente en la espalda a
los solteros que coge
Ahí va un pequeño videoclip, bastante explicativo:
En el siguiente enlace, del blog “Objetivo, tradición”, se
da una explicación bastante completa de esta adorable fiesta
EL ZANGARRÓN DE MONTAMARTA
La localidad de Montamarta, a pocos kilómetros de Zamora, se
encuentra bañada por las aguas del río Esla en un emplazamiento de gran belleza
paisajística. Atesora esta localidad una tradición que pierde su origen en la noche
de los tiempos y que cada año revive, perpetuando así su seña de identidad más
importante.
Se trata del Zangarrón, una mascarada de invierno que
encierra gran cantidad de peculiaridades y ritos que hacen de ella una de las
más importantes y reconocidas de todo el país. Al parecer podríamos estar ante
la mascarada más antigua de la Península. Es curioso porque, a diferencia de
otros lugares, tiene dos fechas de celebración: el día de Año Nuevo (1 de
enero), y el día de Reyes (día 6 de enero), en las que participan dos personas
distintas que encarnan el papel de zangarrón.
Se trata de un rito con orígenes claramente paganos que se
remonta varios siglos atrás, al igual que ocurre con el resto de mascaradas que
tienen lugar en la Península y especialmente en la provincia de Zamora, que
aglutina una buena muestra.
La celebración de esta mascarada en esta época del año no es
algo casual, está directamente relacionada con el solsticio de invierno y
con el recibimiento del nuevo año.
El zangarrón, junto con todos los elementos que componen su vestimenta,
están estrechamente unidos a ritos de expulsión de malos espíritus, ritos
de llamada a la fertilidad y al despertar de la naturaleza, y a ritos de
mantenimiento del orden en la comunidad.
Todo ello lo vemos reflejado en el uso de cencerros, en el
colorido de los ropajes y complementos que utiliza, en el simbolismo que
entrañan algunas prácticas que lleva a cabo – tres saltos, tres golpes en la
espalda a los mozos solteros con el asador o tridente…-.
La mayor peculiaridad de este zangarrón es que aparece dos
veces como señalábamos anteriormente, cobrando sentidos diferentes según nos
indicaba José Ramón Pérez, nuestro informante.
En las dos ocasiones se trata de un diablo, pero con
connotaciones distintas: el día de Año Nuevo lleva máscara negra y
encarna un diablo maligno, de luto por el año que se va, cuya misión es la
expulsión de los malos augurios, “de lo viejo” del año que ha quedado atrás.
El día de Reyes lleva máscara roja y gran cantidad de
flores de papel y cintas de colores, y es un diablo bondadoso, mágico, que
atrae la fertilidad y que llama al despertar de la naturaleza.
Aunque encontremos estas notables diferencias, para los
vecinos de Montamarta el Zangarrón siempre representa la bondad, se trata de un
personaje que lleve la máscara que lleve es benefactor, atrae energías
positivas a la comunidad.
En nuestra visita a Montamarta el día de Año Nuevo tuvimos
la enorme suerte de poder vivir en primera persona esta tradición y de hablar
con una de las personas que más sabe de ella. José Ramón Pérez, presidente de
la Asociación Cultural El Zangarrón y persona que lleva varias décadas
vistiendo al personaje en cuestión, nos recibió con los brazos abiertos y nos
habló de todos los aspectos referentes a la fiesta, que recogimos en nuestro
cuaderno de campo y que traemos hasta aquí.
En origen, y en base a documentos que se conservan en la
parroquia de Montamarta, la figura del zangarrón podría estar ligada a la
cofradía de mozos de San Esteban, lo mismo que ocurre con otras mascaradas de
la provincia de Zamora. En base a este dato, se entiende que el zangarrón
saldría el 26 de diciembre, fiesta del protomártir, en lugar de hacerlo el 1 y
el 6 de enero como lo conocemos en la actualidad.
Nos cuentan que antiguamente el zangarrón lo encarnaba la
persona más necesitada del pueblo, y que lo recaudado en especie de la
cuestación se lo quedaba para él y su familia. En la posguerra nadie quería ser
zangarrón, por lo que se tomó la determinación de pagar a una persona para que
lo fuera.
Ya en los años 50 del siglo pasado los quintos toman las
riendas de la tradición y el quinto con menos posibilidades económicas es el
encargado de vestirse de zangarrón quedándose con el aguinaldo recaudado.
En la actualidad siguen siendo los quintos los que
mediante sorteo eligen a dos zangarrones para el día 1 y el 6 respectivamente.
La recaudación sigue siendo para el zangarrón, debiendo
pagar el quinto además una cantidad de dinero para el mantenimiento de la
fiesta. Antiguamente el aguinaldo que se entregaba al zangarrón era en especie,
los vecinos aportaban sobre todo productos de la matanza, de ahí la
tradición de ofrecer el zangarrón un trozo de chorizo a quienes ha “castigado”
con tres golpes de tridente en la espalda. La misión del tridente o
asador era esta, la de ir pinchando las viandas que le iban entregando.
Antaño, el sorteo de los quintos para elegir al zangarrón se
realizaba el día de nochevieja a las 12 de la noche, reuniéndose todos ellos
con la Guardia Civil y el Ayuntamiento.
Lo hacían en la plaza del pueblo que se encontraba en la
fuente, cerca del río. Se reunían en torno a una hoguera y con una baraja de
cartas española hacían el sorteo.
El quinto que sacaba el as de oros era el que haría de
zangarrón al día siguiente.
No se podía levantar la máscara hasta después de pinchar los
panes en la iglesia, por lo que nadie conocía su identidad. En la actualidad
nos comentaba José Ramón que lo eligen los quintos entre ellos sin tener un día
fijo para el sorteo. Eligen dos, uno para el día de Año Nuevo y otro para el
día de Reyes, debido al gran esfuerzo físico que debe realizar el zangarrón en
cada una de las jornadas.
Uno de los ritos de mayor atractivo de esta fiesta es el de
“vestir al zangarrón”.
A las seis de la mañana se reúnen en la casa de los quintos
todos ellos, el que va a ser zangarrón y todas aquellas personas que quieran
presenciar tan laboriosa tarea. Se reparte chocolate y bizcochos entre los
asistentes. José Ramón Pérez es el encargado de confeccionar la vestimenta,
sobre la marcha, durante unas tres horas. Nos contaba que lleva varias décadas
desempeñando esta preciosa tarea, primero junto a otro señor de Montamarta que
durante muchos años llevó a cabo esta labor, y en los últimos años él solo
habiendo recogido el testigo de tan bonita tradición.
Primero se confeccionan los pantalones, para lo que se
emplean dos toallas que se van enrollando y cosiendo hasta que se consigue dar
forma a la prenda.
Nos cuentan que antiguamente en lugar de toallas se
empleaban mantillas de envolver a los recién nacidos.
La camisa se elabora con una vistosa colcha grande de
cama, a menudo de seda, que se va cosiendo al tiempo que se adapta al cuerpo.
Los trajes en cada uno de los días se componen de los siguientes elementos:
Año Nuevo
Las toallas que componen el pantalón son de color amarillo y
marrón (antiguamente se denominaba color berrenda); el blusón se elabora con
una colcha de cama muy vistosa; la máscara que lleva es de corcho negro con una
piel que cubre la espalda (antaño de perro), orejas de liebre y aspecto
demoníaco (ojos grandes blancos, dientes, cejas y bigotes realizados con crines
de caballo). En otras épocas llevaba zapatillas de esparto, ahora son de color
blanco. En este día lleva pocas flores y cintas, en origen no llevaría nada,
pero con el paso de los años se le fueron añadiendo estos elementos para mayor
vistosidad del atuendo. En la mano empuña un tridente o asador decorado con cintas
de colores. A la cintura lleva tres cencerros sujetos con un cinto.
Día de Reyes
El pantalón se confecciona con dos toallas de color amarillo
y rojo; el blusón se hace de nuevo con una colcha de colores llamativos. La
máscara en este caso es roja, y se adorna ricamente al igual que los pantalones
con flores de papel de colores que elaboran las quintas y con gran cantidad de
cintas.
Una vez que se ha terminado de vestir al zangarrón, éste
sale a recorrer las calles de Montamarta para felicitar el año nuevo a sus
vecinos y pedir el aguinaldo, haciendo sonar los tres cencerros que advierten
de su presencia. Media hora antes de la misa, que tiene lugar en la iglesia de
Santa María del Castillo que se alza sobre un cerro, el zangarrón a la carrera
abandona el pueblo para dirigirse hasta el referido templo.
Para ello cruza el río Esla y los vecinos y visitantes le esperan
arriba contemplando su ascenso. Una vez que llega a la iglesia se dedica a
pedir el aguinaldo y perseguir a los mozos solteros a los que da tres golpes
con el tridente en la espalda y les ofrece un trozo del chorizo que lleva
oculto bajo la blusa.
El zangarrón marca su territorio y consigue que los
presentes se coloquen en círculo en la puerta de la iglesia para presenciar sus
carreras. Acuden para acompañarle el resto de quintos y quintas elegantemente
vestidos con capas castellanas que adornan con una flor de papel y cintas de
colores similares a las del zangarrón. Cuando se acerca la hora de misa y
llegan las autoridades para entrar al templo, el zangarrón con la máscara
levantada se arrodilla apoyando el asador en el suelo en señal de respeto.
Tras ello da tres enérgicos saltos para a continuación
sentarse en el atrio de la iglesia donde se quita los cencerros y la máscara y
se arropa con una manta para no quedarse frío después del esfuerzo realizado.
Durante la Misa no puede entrar dentro del templo, tan sólo
lo hace al final, cuando el sacerdote se dispone a dar la bendición, momento en
el que cumple con otro de los rituales, que es el de pinchar con el
tridente dos hogazas de pan que han entregado los quintos.
Es uno de los momentos más esperados por todos, el zangarrón
entra en la iglesia con la máscara levantada y realiza tres venias según se va
aproximando al altar en señal de respeto. Cuando el cura da la bendición el
zangarrón pincha los dos panes y con ellos en alto abandona la iglesia sin dar
la espalda al altar y haciendo de nuevo las tres genuflexiones. A la salida,
reparte los panes entre los presentes y de nuevo a la carrera baja el cerro
para dirigirse hasta el pueblo.
Al ritual de pinchar los dos panes podríamos buscarle varias
interpretaciones relacionadas con ritos relacionados con la abundancia, con el
hecho de asegurar el trabajo y las cosechas en el año recién estrenado… Pero es
mucho más simple que todo eso, pues se entiende que el zangarrón en
origen no tenía connotación religiosa alguna, y con la llegada del cristianismo
la tradición pudo sufrir un sincretismo para evitar su desaparición y perpetuarla,
añadiendo la entrada de la máscara en la iglesia como señal de respeto.
El reparto de los panes, según me informaba José Ramón,
puede ser herencia de la referida cofradía de San Esteban que a la salida de
misa del 26 de diciembre repartía panes o caridades entre los más necesitados.
Hay un aspecto muy curioso en esta tradición que es la
presencia del número tres repetidas veces, lo cual se
interpreta como algo mágico. El tridente con tres puntas, los tres cencerros
para ahuyentar los malos espíritus, las tres venias a la entrada y la salida de
la iglesia, los tres saltos, los tres golpes con el asador en la espalda de los
mozos solteros. Sabemos que a lo largo de la historia el número tres ha tenido
especial protagonismo, por representar la perfección, y por estar presente en
muchas interpretaciones.
Tras la misa el zangarrón aguarda en una plaza del pueblo la
llegada de sus vecinos. Con el tridente traza un círculo en el suelo en torno
al cual se forma el corro en el que a la llegada de las autoridades hará de
nuevo la venia para comenzar su particular persecución a los mozos solteros.
Como siempre, he incluido estas reflexiones en mi blog
“Historias del LEAN”:
Que disfrutéis cada hora del fin de semana
Un cordial saludo
Alvaro Ballesteros
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