Estimad@s Clientes y/o amantes del LEAN:
Es una de estas noticias que, a mí personalmente, me impacta
profundamente
Que un virus pueda haber contribuido a que se originara, en
algún momento de nuestra evolución como especie, el pensamiento humano pues,
qué queréis que os diga, supongo que al mismo Darwin lo removería de su tumba
En este escrito me limito a documentar un poco esta
impresionante noticia aparecida en la revista Cell, firmada por Elissa D.
Pastuzyn, del Departamento de Neurobiología y Anatomía de la Universidad de
Utah
El virus que pudo
poner en marcha la consciencia humana
Dos investigaciones sostienen que un gen transmitido por un
antiquísimo virus podría estar en el origen el pensamiento complejo
En lo más profundo de nuestro cerebro, allí
donde se genera nuestro pensamiento consciente, reside un antiguo
virus, que nos acompaña desde antes de que nos convertimos en humanos.
Según dos investigaciones recién aparecidas en la revista
Cell, en efecto, ese virus unió su código genético al genoma de los
animales que se desplazaban sobre sus cuatro patas. Y resulta que ese
diminuto, pero importante fragmento de código permanece aún, en nuestros días,
muy vivo y activo en el cerebro de los humanos, donde cumple la tarea de
"empaquetar" información genética y enviarla desde unas células
nerviosas a otras, en forma de pequeñas cápsulas que se parecen
extraordinariamente a los virus mismos.
La cuestión es que, según los investigadores, esos diminutos
paquetes de información podrían estar en la base misma del sistema por
el que los nervios se comunican entre sí y se reorganizan a lo largo del tiempo,
tareas que resultan de la máxima importancia a la hora de elaborar el pensamiento
superior.
Aunque más de uno podría sorprenderse por el hecho de que
partes del código genético humano proceda de antiguos virus, en realidad se
trata de un fenómeno bastante más común de lo que podría parecer: de hecho, un
estudio publicado en Cell en 2016 halló que entre el 40 y el 80% del genoma
humano procedía de alguna invasión viral arcáica.
Esto se debe a que los virus no son solo criaturas que
intentan establecer su hogar dentro de un cuerpo, como lo hacen las bacterias,
sino que se trata de auténticos "parásitos genéticos".
En efecto, cuando un virus infecta un cuerpo, inyecta su
código genético en las células de su anfitrión, secuestrándolas y obligándolas
a que conviertan en "fábricas" para replicar más virus. La mayoría de
las veces, el proceso resulta dañino, o como mínimo inútil para el huésped,
pero en ciertas ocasiones sucede que los genes virales inyectados resultan
beneficiosos para el organismo receptor, o incluso lo suficientemente útiles
como para permanecer y transmitirse como una mejora a las generaciones futuras.
El citado estudio de 2016, por ejemplo, encontró que algunos
de esos genes virales parecen desempeñar un papel importante en el sistema
inmune, así como en el desarrollo temprano del embrión en sus primeros días de
existencia.
Ahora, los nuevos estudios publicados en Cell han llevado
las cosas un paso más allá. Y los investigadores están convencidos de que ese
antiguo virus que está aún muy activo en nuestras células cerebrales parece ser
tan importante para su funcionamiento que incluso los procesos por los que se
rige el pensamiento tal y como los conocemos, podrían no haber llegado a
desarrollarse sin su intervención.
Vida súbita
El artículo, cuya primera firmante es Elissa
D. Pastuzyn, del Departamento de Neurobiología y Anatomía de la Universidad de
Utah, explica que muy poco tiempo después de que una sinapsis (la unión
entre dos neuronas) se dispara, el gen viral conocido como Arc cobra
súbitamente vida, escribiendo sus instrucciones en forma de fragmentos del
código genético móvil (ARN).
El ARN es el mensajero y agente del ADN en el mundo que
existe fuera del núcleo de la célula. Una copia de un solo hilo de código de la
doble hélice del ADN es capaz así de llevar instrucciones genéticas a lugares
donde pueden resultar útiles. Curiosamente, los virus tienden a almacenar su
código genético en ARN, en lugar de en el ADN.
Después, siguiendo las precisas instrucciones del gen viral
Arc, la célula nerviosa empieza a construir "cápsides" a su
alrededor, una especie de envolturas de proteínas muy similares a los propios
virus. Esas envolturas permiten a la información encapsulada dentro de ellas
viajar de forma segura entre una célula y otra, de forma que van penetrando en
las neuronas vecinas y pasándoles su paquete de información genética, en una
cadena que no tiene fin.
A pesar de que aún no está del todo claro qué hace
exactamente toda esa información cuando llega a la nueva célula, los
investigadores descubrieron que si ese proceso no funciona correctamente, las
sinapsis desaparecen. Y se sabe que los problemas con el gen Arc suelen
aparecer en personas con problemas de autismo y otras afecciones neuronales.
Reorganización continua
En el segundo
de los artículos de Cell, otros dos expertos, Nicholas F. Parrish y Keizo
Tomonaga, de las Universidades de Nashville y Kyoto, los mismos que elaboraron
el citado estudio de 2016, añaden que el proceso descrito ofrece la mejor
explicación que tenemos hasta ahora de cómo las células nerviosas intercambian
la información necesaria para reorganizarse continuamente en el interior del
cerebro.
"Estos procesos -escriben en su artículo- subyacen a
funciones cerebrales que van desde el condicionamiento operativo clásico
(formas simples de recompensa y aprendizaje basado en el castigo) hasta la
propia cognición humana y el concepto del ´yo´".
Curiosamente, el gen Arc parece haber dado el salto de virus
a animales en más de una ocasión. Los investigadores, en efecto, encontraron
que los genes Arc en humanos y otras criaturas de cuatro extremidades parecen
estar estrechamente relacionados entre sí. Sin embargo, los genes Arc en moscas
y gusanos de la fruta parecen haber llegado hasta esas criaturas de forma
independiente.
El siguiente paso de la investigación, escriben Parrish y
Komonaga, será reunir a expertos en neurociencia y el estudio de virus
antiguos para determinar con precisión los mecanismos a través de los
que Arc logró llegar a nuestro genoma, y cuál es exactamente la clase de información
que está pasando entre nuestras neuronas en la actualidad.
Retrovirus-like Gag Protein Arc1 Binds RNA and Traffics across Synaptic Boutons:
A Viral (Arc)hive
for Metazoan Memory:
Como siempre, he incluido estas reflexiones en mi blog:
Que disfrutéis cada hora del fin de semana
Un cordial saludo
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