domingo, 9 de junio de 2019

Mensajes amables de fin de semana: otra vez un griego de rabiosa actualidad, la teoría de la trampa de Tucídides, el historiador de las guerras del Peloponeso, más viva que nunca



Estimad@s Clientes y/o amantes del LEAN:

¿Estamos cerca de una confrontación global entre los dos grandes poderes del mundo?
Cuando en la historia, un poder emergente amenazaba a otro consolidado, en muchos casos la solución era la guerra
Tucídides lo describió, hace 2.500 años, de manera clarividente en el caso de Atenas vs Esparta
A su teoría se le llamó “La trampa de Tucídides”
Ahora puede ocurrir en el caso USA vs China
Los siguientes párrafos están dedicados a este tema tan crucial para todos
Feliz lectura

La trampa de Tucídides: por qué EEUU y China están más cerca que nunca de la guerra total



Trump, convertido en icono comunista; Mao, en el Despacho Oval. ILUSTRACIÓN Y MONTAJE: GABRIEL SANZ

Cuando una potencia crece hasta desafiar al poder hegemónico, el resultado suele ser un conflicto total. ¿Ocurrirá con China y EEUU? Los expertos en 'La Guerra del Peloponeso', la obra de Tucídides sobre el enfrentamiento Atenas-Esparta, temen que la Historia se repetirá
La guerra arancelaria y el boicot a Huawei son, para algunos analistas, las evidencias del conflicto que determinará el curso del siglo XXI
China tiene que evitar caer en dos trampas. Una, la trampa de los ingresos medios. La otra, la trampa de Tucídides.
Así de claro se lo dijo el presidente chino Xi Jinping a Soraya Sáenz de Santamaría en la mañana del 24 de noviembre de 2016, cuando los dos se reunieron en Las Palmas de Gran Canaria. Era una visita más protocolaria que otra cosa. Xi regresaba de América Latina y, como habían hecho sus predecesores Hu Jintao en 2005 y 2012 y Jian Zemin en 2001, hizo una escala de una noche en Canarias. La información de la visita en las webs del Gobierno chino es un comunicado oficial intrascendente. En ningún momento se recoge que el hombre que ha acumulado más poder en la Historia de China desde que murió Mao Zedong en 1976 reflexionara con la vicepresidenta del Gobierno español sobre el futuro de su país.
La trampa de los ingresos medios es la incapacidad de un país para salir completamente de la pobreza y entrar en el mundo industrializado. Es algo visible sobre todo en América Latina, cuyas dos grandes potencias -Brasil y México- nunca alcanzan sus expectativas, pero que se da en el resto de esa región y también en África y Asia.
Pero lo que justo dos años y medio después del encuentro de Gran Canaria se ha convertido en la frase obligatoria para explicar la geopolítica mundial es la otra trampa mencionada por Xi: la de Tucídides, el general ateniense que, tras ser desterrado de la ciudad, escribió, literalmente a medida que iba sucediendo, la guerra de 27 años entre Atenas y Esparta que acabó con la aniquilación de la primera.
Más de 2.400 años después de su muerte, el padre de la historiografía se ha transformado en el padre de la futurología. Porque, las 368 páginas de La Guerra del Peloponeso son la mejor explicación para saber lo que está sucediendo -y lo que puede llegar a suceder- entre China y Estados Unidos. Lo único que tiene que decidir el lector es quién es el equivalente moderno de los contendientes. O sea, quién es Atenas y quién es Esparta.


El presidente chino Xi Jinping y su homólogo estadounidense, en un encuentro en Florida en 2017.

Todo está contado por alguien que combatió en esa guerra y fue desterrado por perder una batalla: el propio Tucídides. Así que no sólo es historia; también es una autobiografía política. Hasta el nombre está cargado de ideología. Tucídides, ateniense, quiso poner el conflicto en el Peloponeso, donde estaba Esparta, en lugar de en el Ática, que es la región ocupada por su ciudad. Ya lo puso Cervantes en su Quijote, y luego Borges le dio la vuelta a la misma frase en su Pierre Menard: «La verdad, cuya madre es la Historia...».
Spoiler: lo que lea no le va a gustar. No es que el final sea una sorpresa, porque eso se decidió hace 2.423 años. Lo peor son los personajes. Según Tucídides, la política internacional se rige por tres factores: miedo, honor (hoy lo llamaríamos orgullo o hipernacionalismo) e interés, «siendo el miedo el principal, con los otros dos detrás».
En La Guerra del Peloponeso, la democracia ateniense puede ser mucho más brutal que la oligarquía espartana. «Los fuertes hacen lo que pueden hacer, y los débiles sufren lo que tienen que sufrir», dicen los representantes de la democrática Atenas a los pacíficos habitantes de Milo antes de arrasar la ciudad, matar a todos los hombres y hacer esclavos a todos los niños y mujeres. Incluso el hombre al que en Europa se considera modelo de estadista, el ateniense Pericles, es un demagogo que hace que su ciudad-estado «sea una democracia sólo en el nombre».
EN UN MUNDO ANÁRQUICO, SIN UNA POLICÍA NI UNOS JUZGADOS GLOBALES, LOS PAÍSES SÓLO ESTÁN PREOCUPADOS POR SU SUPERVIVENCIA Y POR SU PODER RELATIVO
MANUEL MUÑIZ, DECANO DE LA IE SCHOOL OF GLOBAL AND POLITICAL AFFAIRS
Y, para acabar de preocuparnos, está la razón por la que la guerra estalla. En palabras de Tucídides, «lo que hizo la guerra inevitable fue el crecimiento del poder de Atenas y el temor que eso causó en Esparta». En otras palabras: si una gran potencia debe hacer frente a la irrupción de un rival, la guerra es única manera de preservar elstatus quo.
Y, para muchos, lo que está iniciando Donald Trump contra China es una guerra económica. Una guerra económica que, para otros, no es más que la continuación de un ataque sistemático que Pekín lleva lanzando desde hace décadas, copiando patentes industriales, sometiendo sus empresas a los dictados del Partido Comunista y de las Fuerzas Armadas, y exigiendo ser considerada una economía en vías de desarrollo a la hora de recibir tratamiento preferencial en aduanas y en organismos internacionales como el Banco Mundial, pese a que es capaz de poner a hombres en el espacio exterior.
Es una guerra económica que puede definir el futuro de ambos países. Como declaraba esta semana en una nota a sus clientes Bank of America, el segundo mayor banco de Estados Unidos, «la actual guerra comercial podría permitir a EEUU permanecer como poder hegemónico del mundo en las próximas décadas». Así, detrás del boicot a Huawei y de los aranceles, está la supremacía mundial.
Esparta contra Atenas, 25 siglos más tarde.
Pero la popularización de la Guerra del Peloponeso para entender la política del siglo XXI se debe a un estadounidense de 79 años nacido en la ciudad de Charlotte, en Carolina del Norte. Se llama Graham Allison, lleva 34 años asesorando a los secretarios de Defensa de EEUU, y ha sido decano de la escuela de relaciones internacionales Kennedy de la Universidad de Harvard, y director del Centro Belfer de esa misma institución. Su salto a la fama se produjo en 2017 con una tesis atractiva por su simplicidad: en el 75% de los casos en los que países emergentes disputaban a potencias ya establecidas la supremacía, el resultado era una guerra.
El resto lo hizo una expresión fácil de recordar: la trampa de Tucídides. Y, también, un libro de título alarmante publicado en 2018: Destinados a la guerra. ¿Pueden Estados Unidos y China eludir la trampa de Tucídides? Así es cómo en el taquillazo de Hollywood Wonder Woman, el verano pasado, Diana se ponía a hablar de Tucídides para seducir al malo de la película, el general alemán Ludendorff. Antes lo habían hecho, en el mundo real, un sinnúmero de generales de verdad y altos cargos de Defensa de EEUU y, curiosamente, de Australia, el país occidental y blanco más cercano a China.
En su análisis, Allison tomó 16 casos en los últimos 540 años. España sale en tres de ellos, pero sólo en uno evita la guerra: con Portugal, por el control de América, en los siglos XV y XVI. En la Guerra Fría, la expulsión por EEUU de la influencia británica de América en el siglo XIX; y la pugna entre Francia y Gran Bretaña, por un lado, y Alemania, por otro, por el control de Europa tras la caída del muro de Berlín también se evita el derramamiento de sangre. Allison explica esas soluciones pacíficas con justificaciones diferentes en cada caso.
EEUU TIENE UNA POLÍTICA EXTERIOR TAN AGRESIVA PORQUE ES UNA CULTURA MEDITERRÁNEA, TIENE DIVISIONES INTERNAS Y ESTÁ OBSESIONADO CON LA RELIGIÓN
ADAM POSEN, PRESIDENTE DEL PETERSON INSTITUTE FOR INTERNATIONAL ECONOMICS
El modelo no ha convencido a todos. Es mecanicista. Es determinista. Ignora que el exceso de confianza -por ejemplo, en la invasión de Irak o, a un nivel aún más grave, en la de Polonia por Alemania que desencadenó la Segunda Guerra Mundial- provoca muchas más guerras que el miedo. Y es eurocéntrico - u occidental-céntrico- y, por tanto, no es aplicable a un país como China, tan diferente de Occidente que en 4.000 años de Historia jamás ha conocido algo tan europeo como una sola guerra de religión.
Otros lo ven como una manera de empaquetar de manera fácil la vieja teoría delRealismo ofensivo en relaciones internacionales. «En un mundo anárquico, sin una policía ni unos juzgados globales, los países sólo están preocupados por su supervivencia y por su poder relativo», explica el decano de la IE School of Global and Political Affairs, Manuel Muñiz.
Así, Allison simplemente habría reducido a un eslogan a lo que a John Mearsheimer le llevó 592 páginas en su clásico The Tragedy of Great Power Politics, publicado hace 18 años. Para Mearsheimier, el mundo sigue como con Tucídides. Por eso, en la década de los 90, este profesor de la Universidad de Chicago defendió que Ucrania se quedara con parte del arsenal nuclear soviético. Lo que entonces fue visto como una locura cobró sentido en 2014, cuando Rusia invadió Ucrania.
La cuestión es que posiblemente tanto Xi como Trump compartan la visión de Tucídides. Los dos son nacionalistas. Los dos proceden de culturas que se consideran a sí mismas el centro del mundo. Y que, pese a ser los países más poderosos de la Tierra, tienden a verse vulnerables y rodeados de enemigos en un mundo hostil.
Y, ahora, los chinos parecen, también, haber abrazado el pensamiento de Tucídides. O eso se deduce del relato hecho a Papel por Adam Posen, presidente del think tank de Washington Peterson Institute for International Economics y ex miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra.
Hace dos semanas Posen estuvo en China, y allí tuvo una reunión que recuerda en estos términos: «Fue con un alto cargo del Politburó. Cada año nos vemos con ellos, con la idea de que quieren enviar un mensaje a Estados Unidos a través de nosotros. Este año, lo curioso es que recibimos una lección de 15 minutos en los que nuestro anfitrión sólo paró para dejar trabajar al traductor y para recuperar aliento antes de volver a repetir que esto es un choque de civilizaciones. Y algunas cosas eran extremas. Tal vez fuera que estaba de mal humor. O que había leído lo que había dicho el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, sobre China. No lo sé. Pero fue muy directo: Estados Unidos tiene una política exterior tan agresiva porque es una cultura mediterránea, lo que significa que tiene divisiones internas y está obsesionado con la religión. No mencionó ni una sola vez ni a Mao ni a Marx, ni dijo nada de la lucha de clases. Todo fue historia, geografía y cultura».

  ¿Podemos caer en la trampa de Tucídides?
El padre de la historiografía científica ya lo advirtió en su narración de la Guerra de Peloponeso (siglo V a. C.): una potencia nueva puede retar a una dominante ya establecida.



Un detalle del llamado jarrón de Chigi, de origen protocorintiano, hallado en el Monte Aguzzo y en el que se presentan imágenes mitológicas y de guerras de la antigua Grecia

¿Por qué los cerebros asesores del inquilino de la Casa Blanca leen obsesivamente al prosista griego más difícil de la antigüedad como si fueran estudiantes de último curso del Grado en Filología Clásica? Esto se preguntan los analistas políticos de Washington a lo largo del último año porque Tucídides el ateniense, el meticuloso y sofisticado historiador de la guerra que desangró durante treinta años la Grecia clásica, está más de moda que nunca en las altas esferas de las dos superpotencias actuales: Estados Unidos y China. Se da la paradoja de que los modernos expertos en geopolítica y en su aplicación al más alto nivel de la estrategia global tienen más en cuenta la historia y la filología clásicas que la mayor parte de nuestros responsables ministeriales y autonómicos en materia de educación, más ocupados en potenciar en secundaria y universidad temas aparentemente rentables, como empresariales, turismo o gastronomía, frente al combustible intelectual que realmente mueve el motor de la historia y de la toma de decisiones a los más altos niveles. Pero, ¿por qué buscar las claves de la política internacional del siglo XXI, por ejemplo, en lo que se refiere al actual conflicto que enfrenta a la China poscomunista y a los proteccionistas de EEUU de Trump, sumergiéndose en la lectura concienzuda de un clásico griego de hace 2500 años?
UN MAESTRO DE HISTORIA
Podríamos esbozar esta primera respuesta sin temor a equivocarnos: porque es un clásico universal de la literatura, la historiografía y el pensamiento. ¿Dónde buscar respuestas si no? Clásico, siguiendo una memorable definición de Jorge Luis Borges, «es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término [...] Un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad». Tucídides, el segundo de la tríada clásica de historiadores griegos, es el maestro de la historia científica, crítica y política. Se dedicó a narrar la Guerra del Peloponeso, que enfrentó casi irremediablemente a las dos superpotencias de la época, Atenas y Esparta, rivales ideológicas por definición. Fue no solo una guerra brutal y larguísima, que enconó los odios tradicionales entre jonios y dorios, sino un conflicto de enormes dimensiones que cambió para siempre el mundo antiguo. Así comienza esta Historia: «Tucídides, natural de Atenas, narró la guerra entre los peloponesios y los atenienses, cómo combatieron los unos contra los otros. Comenzó su compilación recién declarada la guerra, porque previó que iba a ser grande y más famosa que todas sus precedentes. Lo conjeturaba así porque ambos bandos se aprestaban a ella estando en su pleno apogeo y con toda suerte de preparativos, y porque veía que el resto de los pueblos de Grecia se coaligaban con uno u otro partido, unos inmediatamente y otros después de haberlo meditado». (I 1. Trad. A. Guzmán). Hay que recordar que Atenas había logrado convertirse en la mayor potencia de su época, tras las Guerras Médicas, gracias al mantenimiento de una flota que le permitió mantener un imperio impresionante sobre sus aliados y colonias. Exportó a veces a la fuerza el sistema democrático para «liberar» a muchos de sus aliados, que a la postre tuvieron que contribuir a sufragar los costes del sistema en la llamada Liga Ático-Délica. Del otro lado estaba la oligárquica y militarista Esparta, con su Liga del Peloponeso, que reunía no solo a convencidos de su sistema político, sino también a rivales comerciales de la poderosa Atenas unidos por el miedo a su pujanza. Proteccionismo, rutas comerciales, odios ancestrales y propaganda ideológica se mezclaban en un cóctel letal. Como ha estudiado Luciano Canfora, Tucídides es un pensador político de primera magnitud: conservador y escéptico con respecto al sistema democrático y su deriva radical e imperialista, analizó con precisión los resortes del poder y sus facciones. Paradójicamente, en política exterior, la ciudad defensora de la democracia se comportaba cruelmente con los actores menores, como lo que Tucídidides llega a denominar «polis tyrannos». El maestro de historiadores dejó escritas páginas imperecederas sobre esta sociedad en crisis, sobre la gloria y la caída de la Atenas de Pericles, la guerra, la peste, la demagogia, las traiciones y las intrigas por el poder. Señalemos su característica descreencia, su búsqueda racional de las causas de las acciones humanas, su identificación de los pretextos, su honda reflexión sobre la toma de decisiones que, cuando es errada, llevan inevitablemente al conflicto y al desastre. Moses Finley subrayaba que su obra es, además, gran literatura por su composición del panorama histórico, un «ktema es aei», una adquisición imperecedera que podemos leer aún hoy con gran aprovechamiento. Pero hay algo más. Tucídides es un autor denso, inteligente, preciso hasta la disección de las causas y motivos de las decisiones de más alto nivel en el tablero de la guerra o de la política. No es sencillo como libro de cabecera de líderes, como otros prontuarios clásicos de la pomposamente llamada «decission-making» para usos militares, empresariales o gubernamentales, tales como Maquiavelo, Gracián, Sun Tzu o Clausewitz. Pero desmenuzar la historia de Tucídides se ha hecho indispensable en la era de Trump, como ha visto el politólogo Graham Allison. Este catedrático de Harvard, uno de los pensadores clave de EEUU en política exterior, ha desarrollado una teoría de la elección racional en organizaciones complejas desde que, en su primer libro, «Essence of decission» (1971), comenzara a estudiar la gestión de situaciones de crisis compaginando la decisión en el corto plazo con la estrategia en el largo.
«Estudien griego clásico»
En su último libro, «Destined for War» (2017), Allison compara la escalada de tensiones entre Atenas y Esparta por el extraordinario desarrollo económico y político de la primera con lo que sucede con el crecimiento de China y sus conflictos comerciales con EEUU. Pero esto, como decimos, no es nuevo: otros intelectuales neoconservadores de clásicas han logrado que Tucídides sea el autor de referencia para el partido republicano: Donald Kagan, catedrático de clásicas en Yale, que ha dedicado cuatro tomos de referencia al historiador, le considera una fuente de sabiduría sobre el comportamiento humano y, sobre todo, en política internacional. O Victor Hanson, catedrático en California, que en su obra sobre la Guerra del Peloponeso compara a Atenas con EEUU. Por eso, Tucídides es leído con devoción: no es ya moda pasajera, es necesidad perentoria de comprender y actuar. Así son los clásicos: «Nihil novum sub sole». Señores gestores de nuestras escuelas, ¿es mucho pedir que se den cuenta de lo que conviene estudiar en secundaria para forjar líderes, emprendedores, ejecutivos e intelectuales de éxito? Déjense de estadística, química e informática. Estudiar griego clásico es lo mejor para tener una perspectiva privilegiada del presente. La paradoja de Tucídides.

Graham Alison: We the future



El mundo post-occidental

Gideon Rachman, el comentarista-jefe de política internacional de Financial Times, se ha atrevido a resumir el año geopolítico en una expresión: “la trampa de Tucídides”. Según Tucídides, historiador de la guerra del Peloponeso, el conflicto que enfrentó a las dos grandes polis de la Grecia clásica se hizo inevitable, en esencia, debido al auge del poder ateniense y el miedo que esto causó en Esparta. Veinticinco siglos después, Graham Allison, profesor de Harvard, acuñó la expresión para respaldar esta hipótesis: la rivalidad entre una potencia establecida y una emergente suele acabar en guerra. Esparta y Atenas. Gran Bretaña y Alemania. ¿Estados Unidos y China?
Si hacemos caso de las palabras del vicepresidente de EEUU, Mike Pence, pronunciadas el 4 de octubre en el Hudson Institute, la colisión es inevitable, pues China ya no esconde su interés en sustituir a EEUU como nueva potencia hegemónica y EEUU, claro, no va a quedarse de brazos cruzados. “América esperaba que la liberalización económica empujase a China hacia una mayor cooperación con nosotros y con el resto del mundo –dijo Pence–. En lugar de esto, China ha elegido la agresión económica, lo que ha envalentonado a sus crecientes fuerzas armadas”.

 Y de las palabras a los hechos. La guerra comercial entre Washington y Pekín ya ha causado daños considerables a sus economías, por no hablar de los daños colaterales a la economía global, en un clima de creciente proteccionismo. Pese a la imbricación económica de ambos países –lo que desaconsejaría una mayor escalada– el futuro no se presenta halagüeño. “Demasiados genios han salido de la lámpara” para que las relaciones entre EEUU y China vuelvan al statu quo, apunta Fraser Howie, coautor de Red Capitalism.
No todos, sin embargo, se muestran tan pesimistas. En su día, el padre del Singapur moderno, Lee Kuan Yew, afirmó que la competencia entre China y EEUU era inevitable, pero que el conflicto no tenía por qué serlo. El guante optimista lanzado por el singapurense lo recoge Josep Piqué y lo pasea por El mundo que nos viene, un magnífico ejercicio de análisis geopolítico “desde una ambición descriptiva y divulgativa”, en palabras del propio autor, que en realidad va más allá. En tiempos de transición entre un orden global y otro, dominados por la volatilidad, la impredecibilidad y la incertidumbre, este libro también ejerce de manual de supervivencia (analítica) y, en última instancia, como libro “de parte”. En resumen, estamos ante un libro de análisis, sí, pero también ante un libro político, en el buen sentido.

Síntesis post-occidental
El cambio de orden global ya está en marcha, pero no tiene por qué venir acompañado de conflicto. Esta es la tesis principal de Piqué: nos enfrentamos a un mundo cada vez menos occidental en su centro de gravedad que, en cambio, sigue evolucionando sobre la base de muchos de sus valores distintivos. Y el resultado de tal deriva podría ser “la convergencia entre los valores, ideas y creencias de lo que emerge (y que trae consigo todo su bagaje cultural y moral) y lo que ha sido y sigue siendo”. Es decir, una síntesis; una síntesis post-occidental, suerte de “compromiso transversal entre las tentaciones antiliberales y la enorme potencia de las ideas y los principios que han inspirado un mundo sustentado en los valores del internacionalismo liberal”.
¿Un compromiso entre liberales y antiliberales? En un primer momento, la tesis desconcierta y hasta repele (hablo desde la atalaya europea), pero luego, una vez paladeada con tranquilidad, no solo se antoja como probable, sino en cierto modo inevitable. Y a quien asuste la idea haría bien en imaginar cómo sería su negativo: el conflicto, la guerra; fría o caliente, no importa. En un mundo plagado de armas de destrucción masiva, no podemos obviar el altísimo coste de un enfrentamiento abierto entre potencias nucleares. Se ha encargado de recordárnoslo el propietario de uno de los dos grandes arsenales atómicos, Vladímir Putin, en su tradicional rueda de prensa de balance del año. “Desgraciadamente hay una tendencia a subestimar la posibilidad de una guerra nuclear, y esa tendencia está incluso creciendo”, ha afirmado Putin. Por suerte, la experiencia de las dos guerras mundiales juega a favor de la paz, aunque la mala memoria es una enfermedad todavía por erradicar.
La hipótesis de la síntesis post-occidental deja en el aire (no es el propósito del libro, claro) la posible arquitectura de sus elementos, el peso de lo viejo y de lo nuevo. ¿Un mundo principalmente blando en lo económico y tendente a lo duro en lo político? ¿Hubs, islas de progreso político en mares de iliberalidad? ¿Singapur como modelo? ¿O una China más abierta económica, políticamente? Lo que sí hace Piqué es señalar un camino, una salida amable de esta síntesis post-occidental, que denomina neo-occidental y que tendría en la Unión Europea su modelo. Según Piqué, la UE es la refutación del trilema de Rodrik, que dice que no es posible combinar la globalización, la democracia y la soberanía nacional. “Europa demuestra que se puede estar abierto a la globalización, disfrutar de sistemas plenamente democráticos y no renunciar a la soberanía nacional salvo para proyectarla hacia arriba”.
La propia UE, sin embargo, vive en su seno la lucha entre lo consolidado y lo emergente, entre las fuerzas del mañana y las fuerzas del ayer. Más allá del Brexit, tenemos el Grupo de Visegrado y, quizá más preocupante, las veleidades italianas. Por ello, Piqué se atreve a señalar que de lo que suceda con el proyecto europeo, ahora que el mundo anglosajón se repliega, quizá dependa la configuración de esa síntesis post-occidental y el peso que lo liberal tenga frente a lo antiliberal.
Ojalá te toque vivir tiempos interesantes, reza una antigua maldición china. Geopolíticamente hablando, al menos, no cabe duda de que nos lo estamos pasando bien. Este completo y sugerente libro es prueba de ello.



Como siempre, he incluido estas reflexiones en mi blog https://historiasdellean.blogspot.com/:


No dejéis que nadie os estropee el fin de semana

Un cordial saludo
Álvaro Ballesteros












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