domingo, 6 de diciembre de 2015

La teoría General de la Relatividad y la expansión del Universo


Estimados Client@s y/o amantes del LEAN:

Como continuación de nuestro escrito anterior, desarrollaré un poco más el enorme avance que las ecuaciones de la Teoría General de la Relatividad supusieron para la dar un poco de luz a la pregunta del millón, desde que la Humanidad existe: “ De dónde venimos y a dónde vamos”


La precesión de la órbita de Mercurio

La teoría general de la relatividad fue la primera teoría científica que pudo explicar no tan solo cómo se mueven los objetos en el Universo sino también cómo podría evolucionar el Universo en sí



Hacía ya tiempo que los astrónomos habían observado que la órbita de Mercurio difería ligeramente de la que predijera Newton. Así, en lugar de trazar una elipse perfecta que vuelva sobre sí misma, la órbita de Mercurio experimenta una precesión (es decir, tras completar una órbita, el planeta no regresa con exactitud al mismo punto, sino que la orientación de la elipse cambia ligeramente a cada paso, de forma que va dibujando un recorrido espiraloide) de una magnitud increíblemente pequeña: 43 segundos de arco (aproximadamente una centésima de grado) por siglo
En cambio, cuando Einstein calculó la órbita de acuerdo con su Teoría General de la Relatividad, obtuvo la cifra exacta
Según la valoración de un biógrafo de Einstein, Abraham Pais: “A mi entender, este descubrimiento supuso la experiencia emocional más poderosa-con mucho- de toda la vida científica de Einstein; incluso de toda su vida”



Hay más galaxias que la nuestra
En 1927 un sacerdote y físico belga llamado Lemaitre demostró que la teoría predice que el Universo no es estático y sugiere, de hecho, que vivimos en un Univeros en expansión. Esta idea se antojaba tan extravagante que el propio Einstein replicó con el siguiente comentario pintoresco: “ Emplea usted una Matemática correcta, pero una Física abominable”

Lemaitre no convenció al mundo científico de que el Universo se estaba expandiendo

Como siempre en la buena ciencia, la prueba se obtuvo mediante observaciones cuidadosas, en este caso realizadas por Edwin Hubble

Hubble ya había logrado un adelanto notable en 1925, mediante un nuevo telescopio del Monte Wilson, el Hooker de 100 pulgadas ( a efectos de comparación, digamos que ahora estamos construyendo telescopios cuyo diámetro es más de diez veces superior, y la superficie, ¡ cien veces más extensa!).

Hasta aquel momento, con los telescopios entonces disponibles, los astrónomos podían distinguir imágenes borrosas de objetos que no eran simples estrellas de nuestras galaxias. Las Las llamaron “nebulosas”, a tenor, precisamente, de lo nebuloso de las imágenes. Tambien discutían si tales objetos se hallaban en nuestra galaxia o fuera de ella.

El día de Año Nuevo de 1925, Hubble publicó los resultados de sus dos años de estudio de las llamadas “nebulosas espirales”. Había logrado identificar en esas nebulosas –incluida la que hoy conocemos como Andrómeda-cierto tipo de estrella variable, denominada “cefeida”

Hubble acertó a emplear su medición de las cefeidas y la relación de Leavitt entre periodo y luminosidad para demostrar definitivamente que las cefeidas de Andrómeda ( y otras varias nebulosas estaban tan lejos como para hallarse dentro de la Vía Láctea. Se descubrió que Andrómeda era otro Universo aislado: otra galaxia espiral, cai idéntica a la nuestra, y una de las más de 100.000 millones de galaxias que, según sabemos ahora, existen en nuestro universo observable.




Un Universo en expansión
Tras este descubrimiento espectacular, Hubble se podía haber dormido en los laureles, pero iba detrás de una pieza mayor, descubrió algo más llamativo: ¡! el Universo estaba en expansión !!

Hubble alcanzó este resultado comparando las distancias a las galaxias que él media con un conjunto de mediciones distinto, de otro astrónomo estadounidense, Vesto Slipher, que había medido los espectros de luz que procedían de esas galaxias

Examinar el espectro de radiación que procede de otras estrellas es una técnica específica relevante para comprender la composición, temperatura y evolución de tales estrellas. A partir de 1912, Slipher examinó los espectros luminosos procedentes de varias nebulosas espirales y halló que rean similares a los de estrellas cercanas, salvo por el hecho de que todas las líneas de absorción se desplazaban en una misma cantidad de longitud de onda.

En aquel momento, se entendió que el fenómeno se debía al conocido “efecto Doppler”, que en 1842 había explicado que las ondas que recibimos desde una fuente en movimiento se alargan si la fuente se aleja de uno y se comprimirán si se acerca.




Hay más masa de la que se ve
La gravedad es la principal de las fuerzas que intervienen en la descomunal escala de las galaxias, por lo que medir el movimiento de objetos a esas escalas nos permite investigar la atracción gravitacional que impulsa ese movimiento.
Tras observar estrellas y gas caliente que estaban cada vez más lejos de nuestra galaxia, la astrónoma estadounidense Ver Rubin determinó que estas regiones se estaban moviendo a una velocidad muy superior a las que les correspondería si la fuerza gravitacional que impulsaba su movimiento respondiera a la masa de todos los objetos observados dentro de la galaxia.
Gracias al trabajo de Rubin, con el tiempo, los cosmólogos comprendieron que la única forma de explicar este movimiento era postular que en nuestra galaxia existía mucha más masa que la que resultaba del simple hecho de sumar la masa de todas esas estrellas y ese gas caliente.

La lente gravitacional
Tanto si la cantidad de materia oscura era bastante para producir un universo plano como si no, observaciones como las que se obtuvieron gracias al efecto de lente gravitacional ( recuerdo aquí que la lente gravitacional la genera la curvatura local del espacio alrededor de objetos de gran masa; el carácter plano del Universo se relaciona con la curvatura media global del espacio y hace caso omiso de las ondulaciones locales en torno de objetos masivos), al igual que observaciones más recientes de otras áreas de la astronomía han confirmado que la cantidad total de materia oscura en las galaxias y cúmulos supera con mucho la que permiten los cálculos de la nucleosíntesis del Big Bang


El resplandor residual del Big Bang
Una de las cosas más extraordinarias del fondo cósmico de microondas es que, de todos los lugares posibles, la descubrieron en Nueva Jersey dos científicos que en realidad no tenían la menor idea de lo que buscaban. El otro factor asombroso es que, durante décadas, tuvimos esa radiación ante nuestras narices; podíamos haberla observado, pero se nos escapó por completo. De hecho, cuando las cadenas de televisión solían cerrar sus emisiones de madrugada, cuando se terminaba la emisión, tras la carta de ajuste, la pantalla se volvía a quedar estática. Cerca del 1% de la estática que aparecía en la pantalla era la radiación residual del Big Bang




Penzias y Wilson, descubridores de la radiación del fondo cósmico de microondas


La WMAP
Después de que el experimento BOOMERANG publicase sus resultados, la NASA para investigar la radiación del fondo de microondas lanzó un satélite mucho más sensible: la WMAP
Un recuadro de la WMAP análogo al que nos mostró la imagen del BOOMERANG confirma con una precisión del 1% que ¡vivimos en un universo plano!





Un paso adelante y dos atrás
Aunque las observaciones habían determinado, por fin de forma definitiva, la curvatura de nuestro Universo, aun sabiendo que en el Universo existe diez veces más de materia de la que se pueden atribuir a los protones y neutrones, ni siquiera toda esa enorme cantidad de materia oscura-que suma el 30% de lo que se necesitaba para producir un Universo plano-era ni de lejos suficiente como para explicar toda la energía del Universo
La medición directa de la geometría del Universo y el consiguiente descubrimiento de que el Universo es en efecto plano significó que el 70% de la energía del Universo seguía sin localizar; ni dentro de las galaxias ni en su alrededor ¡ni siquiera en los cúmulos de galaxias!

La sencillez de las ecuaciones de la Relatividad General de Einstein
Aunque los detalles son complejos, la estructura general de ls ecuaciones de la Relatividad General de Einstein es relativamente sencilla.

Las ecuaciones de campo de Einstein tienen la forma:
G=kT
donde G es una expresión matemática llamada ‘tensor de Einstein’ que contiene toda la información geométrica del espacio-tiempo, y T es el ‘tensor de energía-impulso’ que describe las propiedades físicas de los sistemas materiales que generan la gravitación.

La parte izquierda de la ecuación describe la curvatura del Universo, y con ello la potencia de las fuerzas gravitatorias que actúan sobre la materia y la radiación. Estas las determina la cantidad indicada en la parte derecha de la ecuación, que refleja la densidad total de todas las clases de energía y materia del Universo

Einstein vio que añadir un pequeño término constante a la izquierda de la ecuación implicaría añadir otra pequeña fuerza de repulsión constante en to el espacio además de la atracción gravitatoria estándar entre objetos distantes, que disminuye a medida que aumenta la distancia entre ellos.

Einstein llamó “término cosmológico” a este término añadido. Pero como se trata simplemente de un añadido constante a las ecuaciones, hoy día lo habitual es llamarlo la “constante cosmológica”

Trasladar el término de Einstein de la izquierda de la ecuación a la derecha es un pequeño paso para un matemático…pero un gran salto para un físico

Aunque este paso resulte trivial a nivel matemático, una vez situado el término a la derecha-donde se encuentran todos los términos que contribuyen a la energía del Universo-, este representa algo completamente distinto a ojos del físico: una nueva contribución a la energía total

La antimateria

La ecuación de Schoedinger, base de la mecánica cuántica, había descrito con precisión y belleza el comportamiento de los electrones que se desplazan a velocidades muy inferiores a la velocidad de la luz.

Dirac descubrió que si modificaba la ecuación de Schroedinger y la convertía en otra más compleja, mediante el uso de matrices lo que significaba que su ecuación describía, en realidad, una serie de cuatro ecuaciones emparejadas distintas- podría unificar de forma consistente la mecánica cuántica y la relatividad y, de este modo, en principio describir el comportamiento de sistemas donde los electrones se movían a velocidades muy superiores

Pero su ecuación parecía requerir asimismo la existencia de partículas nuevas, igual que los electrones, pero con la carga eléctrica contraria

En aquella época, solo se conocía una partícula elemental en la naturaleza que tuviera una carga contraria a la del electrón: el protón. Pero los protones no se parecen en nada a los electrones. Para empezar, ¡pesan 2.000 veces más!

Casi dos años después de que Dirac formulara su ecuación, los investigadores que observaban los rayos cósmicos que bombardean la Tierra hallaron pruebas de la existencia de nuevas partículas idénticas a los electrones pero con la carga eléctrica contraria, a los que apodaron positrones

   


                                                                         Paul Dirac



La mayor parte de los párrafos de este escrito han sido sacados del libro : Un Universo de la Nada, de Lawrence Krauss





Concluiremos esta excitante explicación en un escrito posterior



Como siempre, he incorporado estas reflexiones en el blog: 




Que disfrutéis cada hora del fin de semana
Un cordial saludo
Alvaro
















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