domingo, 6 de diciembre de 2015

Mensajes amables de fin de semana: el pasado míercoles 25 de Noviembre la Teoría General de la Relatividad cumplió 100 años


Estimad@s Clientes y/o amantes del LEAN
:

“Ya no queda nada nuevo que descubrir en la Física. Lo que queda es realizar medidas cada vez más precisas” (Discurso de Lord Kelvin en la British Association for the Advancement of Science, 1900)
Otro participante concluyó: “Solo quedan dos problemillas por resolver, la constancia de la velocidad de la luz y la radiación del cuerpo negro, pero…realmente ya no hacen falta más generaciones de físicos”
El hecho de que la velocidad de la luz sea constante para diferentes observadores fue lo que llevó a Einstein a formular la Teoría Especial de la Relatividad, en 1905. La radiación del cuerpo negro llevó a Plank a dar el pistoletazo de salida, junto con una media docena de físicos, a la Mecánica Cuántica
Pero este escrito está dedicado a la Teoría General de la Relatividad, de cuya presentación se ha cumplido este pasado miércoles 25 de Noviembre el centenario 



El 25 de Noviembre de 2015 se cumplen 100 años del día en que Einstein presentó, ante la Academia Prusiana de Ciencias, en Berlín, las ecuaciones definitivas de su Teoría General de la Relatividad 



Este escrito, a través de un resumen de lo más pedagógico que he encontrado en Internet sobre este tema, pretende ser un homenaje a la persona que fue capaz de alcanzar uno de los logros más brillantes de la mente humana; para mí, lo más sorprendente es que….. ¡! Escaló esta cima prácticamente solo!!!     

1. Resumen del artículo publicado por José Manuel Sánchez Ron, catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid, el pasado domingo en El Mundo
Si hay una fuerza, de las cuatro que hemos identificado en la naturaleza, con la que estamos familiarizados, cuya presencia es omnipresente en el espacio y el tiempo, es la gravitacional. Sabemos de las otras tres fuerzas -la electromagnética, la fuerte (que impide que los núcleos de los átomos que constituyen nuestros cuerpos se rompan) y la débil (responsable de los fenómenos radiactivos) -, pero de ninguna somos tan conscientes como de la gravitacional, que nos acompaña de la cuna a la tumba.
Los antiguos griegos, con Aristóteles a la cabeza, trataron de explicar la gravedad basándose en "movimientos y lugares naturales", en los que la cuantificación del cambio de posición brillaba por su ausencia. Sería Galileo quien, casi dos mil años después, se hizo - y respondió - la aparentemente humilde pregunta de cuánto tiempo tarda un cuerpo en caer. Y en 1687, Isaac Newton presentó tres leyes que rigen cualquier movimiento, más una ley específica para la gravitación, conjunto que mantuvo su vigencia hasta que en 1915 Albert Einstein lo modificó radicalmente.
Fue el 25 de noviembre de aquel año cuando Einstein presentó la formulación de la nueva teoría de la gravitación en un artículo de cuatro páginas titulado "Las ecuaciones del campo gravitacional", que se publicó el 2 de diciembre en las actas de la Academia. Se trataba de una construcción completamente diferente a todas las que habían existido anteriormente en la Física, y también a las que se han construido después. Mientras que hasta entonces el marco geométrico, el espacio en el que tenían lugar los fenómenos que describía la teoría en cuestión no se veía afectado por estos, en la formulación que presentó Einstein, denominada "teoría de la relatividad general", la forma de ese escenario, del espacio, ahora indisolublemente asociado al tiempo - de ahí que haya que hablar de un espacio-tiempo cuatridimensional -, dependía de la materia-energía que contuviese, y cómo ésta obviamente cambia (de lugar, de estado) con el paso del tiempo, el espacio-tiempo debía ser dinámico, curvo.






Cuando Einstein se dio cuenta de que la gravitación implicaba que el espacio-tiempo dejaba de ser inmutable, comprendió que necesitaba la ayuda de un matemático familiarizado con la geometría de los espacios curvos. Y tuvo la fortuna de encontrar ese matemático en un amigo y compañero de estudios (el mismo que le había ayudado a conseguir el empleo en Berna): Marcel Grossmann, catedrático en la Escuela Politécnica de Zúrich, a la que, como señalé, Einstein se incorporó en 1912.
Provisto con el necesario equipaje matemático, Einstein necesitó todavía de un par de años de intensos esfuerzos, que en ocasiones minaron su salud, de ideas abandonadas y, algunas, vueltas a retomar, para llegar a la solución final del 25 de noviembre. El resultado le fascinó: el 26 de noviembre escribía a un íntimo amigo, el médico Heinrich Zangger, "La teoría es bella más allá de toda comparación". Y aunque es difícil, y en última instancia subjetivo, enjuiciar el concepto de belleza en la ciencia, existen sobrados argumentos para defender que, efectivamente, la relatividad general es una teoría extremadamente bella: matemáticamente compleja - complejidad que, sin embargo, no es ajena a que incorpore en su esqueleto principios de simetría fundamentales - a la vez que física y filosóficamente profunda, cambió nuestra forma de entender la realidad, algo que se puede decir de pocas formulaciones científicas.
Curvatura de la luz
Pero la belleza no es ni necesaria ni suficiente. Una nueva teoría debe contener un mayor grado de "verdad" que las que le preceden. Y la relatividad general también cumplió de entrada tal requisito, con tres predicciones experimentales: el desplazamiento del perihelio (el punto de la órbita más cercano al Sol) de los planetas, un efecto especialmente manifiesto en el caso de Mercurio y que había permanecido sin resolver en la teoría newtoniana durante más de un siglo; el desplazamiento gravitacional hacia el rojo de las líneas que aparecen en los espectros de las radiaciones; y la curvatura de los rayos de luz debido a la influencia del campo gravitacional.

Fue este último efecto el que hizo más creíble la relatividad general (la aplicación al conjunto del Universo, la denominada cosmología relativista, que el propio Einstein creó en 1916, aún tardaría en mostrar su poder: no fue hasta 1929 cuando permitió dar una base teórica al descubrimiento de Edwin Hubble de la expansión del Universo). Lo hizo de la mano de los resultados de las observaciones realizadas por una expedición científica británica a la isla Príncipe, en África, y a Sobral, en el norte de Brasil, con motivo del eclipse de Sol del 29 de mayo de 1919. El 6 de noviembre, en una reunión conjunta de la Royal Society y la Royal Astronomical Society, se anunciaron los resultados, que confirmaban la predicción relativista. Alfred North Whitehead, distinguido matemático y filósofo que asistió a aquella reunión, describió el ambiente que rodeó la reunión: "Toda la atmósfera de tenso interés era exactamente la de un drama griego: nosotros éramos el coro, comentando el decreto del destino revelado en el desarrollo de un incidente supremo. Había una cualidad dramática en la misma representación; el ceremonial tradicional y, en el trasfondo, el retrato de Newton para recordarnos que la mayor de las generalizaciones científicas iba a recibir ahora, después de más de dos siglos, su primera modificación."



El día siguiente, The Times londinense anunciaba: "REVOLUCIÓN EN CIENCIA. Nueva teoría del Universo. Ideas newtonianas desbancadas". Y así, Albert Einstein pasó de ser un físico reconocido y admirado por sus colegas, a convertirse en un personaje famoso mundialmente, dudoso pero eficaz e innegable trono en el que aún permanece como uno de los más grandes científicos de todos los tiempos (en mi opinión, sólo Isaac Newton puede arrebatarle el primer puesto en una hipotética escala de esos "grandes"). Reconociendo su importancia, cuando estaba próximo el final del siglo XX, centuria tan terrible como maravillosa, en su último número del año (31 de diciembre de 1999) la revista estadou¬nidense Time, designó a Einstein "Person of the Century" ("Personaje del siglo"). Quedaron "finalistas", Franklin Delano Roosevelt y Mohandas Gandhi, tres personajes bien adecuados a los tres grandes apartados que caracterizaron el siglo XX: "Ciencia y tecnología", "Democracia" y "Derechos civiles".
En cuanto a la teoría cuyo centenario celebramos ahora, la relatividad general, continúa manteniendo su vigencia, enriquecida desde hace décadas al ser confrontada con objetos astronómicos - como cuásares, púlsares, estrellas de neutrones o agujeros negros - para los que la vieja, venerable, física newtoniana poco podía decir.

José Manuel Sánchez Ron es catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid, miembro de la Real Academia Española y Premio Nacional de Ensayo 2015. El 25 de noviembre impartirá una conferencia conmemorativa por el centenario de la Relatividad en la en la Fundación BBVA, y publicará su nuevo libro Albert Einstein. Su vida, su obra y su mundo, coeditada por esta misma institución.

2.La teoría general de la relatividad, explicada en dos minutos

3.Einstein vs Newton






4.Claves para comprender la teoría general de la relatividad
-El espacio-tiempo está curvado por la masa y energía que contiene
-Esto quiere decir que cuando un objeto cae, en realidad recorre un camino a lo largo del espacio-tiempo que ha sido curvado por la masa-energía que contiene



-Consecuencia del punto anterior: en la formulación de Einstein desaparece la noción de gravedad, que ha sido sustituida por la curvatura del espacio-tiempo
-Si un mago hiciese desaparecer el Sol, no percibiríamos el efecto hasta que las ondas gravitatorias, que viajan a la velocidad de la luz, llegasen a la Tierra, lo que ocurriría en 8 minutos.


-Las ondas gravitatorias son otra de las predicciones pendientes de la teoría más hermosa de Einstein ( aún no se han podido detectar directamente )
-Las ecuaciones de Einstein dejan claro que el espacio y el tiempo son la misma cosa y, por tanto, que la deformación del primero también afecta al segundo
-El tiempo transcurre a diferente ritmo según la altura sobre la tierra. El transcurso irregular del tiempo a diferentes alturas de la Tierra afecta a la sincronización de los relojes en la constelación de satélites responsables del funcionamiento del GPS (sí, esos aparatos). Sin conocer la teoría, éstos no funcionan
-El tiempo pasa más despacio cerca de un agujero negro
-La luz se desvía al pasar cerca del Sol. La desviación de la luz es la base de las medidas basadas en lentes gravitatorias, que permiten conocer la distribución de masa en objetos distantes y enormes tales como cúmulos de galaxias, cimentando en particular la idea de que existe mucha materia oscura en el Universo
-Se puede dar una larga lista de consecuencias experimentales inexplicables sin la Relatividad General. A título de ejemplo: la Cosmología, que describe la historia, evolución y composición del Universo, incluyendo su expansión, actualmente acelerada. Los púlsares, estrellas de neutrones muy compactas, con masas mayores que la del Sol pero radios de apenas unos kilómetros. Más compactos aún, los agujeros negros, objetos fascinantes por sus propiedades y su simplicidad, ubicuos en el Universo: parece que existe uno gigante en el centro de cada galaxia respetable. (La Vía Láctea tiene el suyo, "nuestro agujero negro": Sagitario A* se llama esta simpática mascota de millones de masas solares)


5.Las ecuaciones de campo de Einstein
Las ecuaciones de campo de Einstein tienen la forma:
G=kT
donde G es una expresión matemática llamada ‘tensor de Einstein’ que contiene toda la información geométrica del espacio-tiempo, y T es el ‘tensor de energía-impulso’ que describe las propiedades físicas de los sistemas materiales que generan la gravitación.
Las ecuaciones de Einstein son un sistema de 10 ecuaciones diferenciales en derivadas parciales de tipo hiperbólico no-lineales. Dada su extrema complejidad se conocen pocas soluciones exactas de las mismas, y suelen utilizarse una variedad de soluciones aproximadas.

6.La relatividad general y la dilatación del tiempo
Noción general de la Teoría Especial de la Relatividad:
Merece la pena detenerse un poco en esta explicación, maravillosamente simple, hecha con la ayuda del reloj más sencillo que se pueda imaginar

¿Por qué el tiempo pasa más despacio cerca de un agujero negro? (Caso de la película “INTERSTELLAR”):
Eso es precisamente lo que pasa en la escena de Interestellar. Los que bajan al planeta que da vueltas alrededor de un agujero negro están sometidos a una distorsión espacio-temporal inmensa, mientras que el tipo que se queda esperando en el satélite está suficientemente lejos para no notarla. Por tanto, el tiempo para los que están en el planeta pasa extremadamente despacio comparado con el que nota el tipo que está en órbita. Por eso, cuando todos se reúnen de nuevo, los que han bajado al planeta no han envejecido mientras que el señor del satélite está hecho un carcamal.

Estamos en  medio del campo por la noche y apuntamos un láser en vertical hacia el cielo. La fuerza gravitatoria de la Tierra tirará del rayo de luz hacia la superficie o, más correctamente, el rayo de luz deberá escalar por las “paredes” de la depresión tridimensional provocada en el espacio-tiempo por nuestro planeta y perderá energía durante el proceso.

Si lanzamos una piedra al aire, la gravedad la ralentiza a media que gana altura hasta que le roba toda la energía que le habíamos impartido al tirarla. Ese es el momento en el vuelo de la piedra se detiene y vuelve a caer al suelo. Pero la velocidad de la luz es una constante inalterable, así que, por mucho que la Tierra se oponga, el rayo de luz del láser seguirá escapando a la misma velocidad (casi 300.000 km/s). Si esta pérdida de energía no puede manifestarse ralentizando el haz de luz, 

¿Por dónde está escapando la energía del sistema?
La única manera que la luz tiene de perder energía es alargando su longitud de onda. Es decir, que un rayo de luz proyectado hacia el cielo desde la superficie terrestre será “estirado” por la gravedad de la Tierra e irá aumentando su longitud de onda a medida que se aleja de nosotros.



Los valores numéricos que daré a continuación están inventados para que sea más fácil de visualizar, pero la esencia de la explicación es la misma.

Imaginemos que colocamos dos cronómetros idénticos junto al haz de luz: uno de ellos en la superficie terrestre y el otro a 50 kilómetros del altura. Estos dispositivos tienen una precisión de nanosegundos (milmillonésimas de segundo).

Supongamos que la luz sale del láser con una longitud de onda inicial de 30 centímetros, lo que significa que a la salida del láser habrá una distancia de 30 centímetros entre cada pico de la onda. Como la luz viaja a casi 300.000 kilómetros por segundo, en un nanosegundo cada pico de la onda se habrá desplazado 30 centímetros y un pico nuevo habrá salido del láser.

De esta manera, el cronómetro que está situado junto al láser mide que cada nanosegundo aparece un nuevo pico de la onda.

Ahora tomamos el segundo cronómetro y nos montamos en un ascensor muy complejo que hemos construido para hacer este experimento. Subimos hasta los 50 kilómetros de altura y nos encontramos con nuestro rayo de luz estirado por la gravedad. Medimos su longitud de onda y vemos que la distancia de 30 centímetros que había entre dos picos de la onda a la salida del láser se ha estirado hasta los 90 centímetros debido a la distorsión espacio-temporal generada por nuestro planeta. Como la onda es el triple de larga, entonces deberían transcurrir 3 nanosegundos entre cada pico de la onda… ¿No?

Pues no: al mirar el cronómetro, vemos que el tiempo que pasa entre cada pico sigue siendo el mismo, un nanosegundo. Aunque parezca contraintuitivo al principio, tiene sentido: las ondas que llegan a la estratosfera son las mismas ondas emitidas por el láser así que, pese a que van estirándose durante el camino, conservan el ritmo con el que salen del láser, de un nanosegundo entre cada pico.

Si las distancias medidas son distintas y la velocidad de la luz es constante, pero aún así el tiempo que tarda la luz en cubrir esa distancia es el mismo, sólo hay una manera de explicar esta experiencia: el tiempo transcurre a un ritmo distinto para la persona que observa cada situación.

De la misma manera que cuando vamos en coche por la carretera no nos parece que se muevan los vehículos que van a la misma velocidad que nosotros, cuando nos encontramos a la misma altura que el cronómetro no veremos el tiempo pasar a un ritmo distinto porque los dos estaremos sintiendo la misma atracción gravitatoria.

Es decir: en la superficie terrestre, tanto tu reloj como tú estáis sometidos a la misma curvatura del espacio-tiempo, así que los dos notáis cómo el tiempo transcurre al mismo ritmo. En la estratosfera la curvatura del espacio-tiempo es menor, pero los dos estáis metidos en ella, así que el efecto es el mismo.

Pero en el momento que tomemos unos prismáticos desde el suelo y miremos el cronómetro que está en la estratosfera, veremos que sus agujas marcan el tiempo 3 veces más rápido que las nuestras. En la situación inversa, si desde la estratosfera miramos el cronómetro que está en el suelo, veremos que mide el tiempo a un ritmo 3 veces más lento que el nuestro.

Por tanto, la gravedad y el tiempo se pueden representar así:





Que disfrutéis cada hora del fin de semana
Un cordial saludo
Alvaro Ballesteros




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